lunes, 9 de mayo de 2011

Daphne:

[No os olvidéis de comentar, esto sigue aquí gracias a todos vosotros! GRACIAS. ]


-¡El baile se acerca pequeños, ya podéis prepararos para deslumbrar en la noche más importante del curso!

-Lorelay, te agradecería que no hablaras con los demás cuando intentas hablar conmigo por teléfono- dije intentando modular mi tono de voz.

-Lo siento Daphne… Estoy tan emocionada…

-Sólo es un baile- le corté.

-Puede que sí, pero es un baile al que acudiré con el misterioso chico de ojos verdes. No he conseguido su nombre, es raro…

-Espera, rebobina, ¿Con quién has dicho que irías?

-¡Con el atleta! Ya sabes. Alto, pelo castaño…

Tuve que respirar hondo para contener una carcajada. ¡Lo había conseguido! Al fin y al cabo… era Lorelay. ¿Qué podía esperar de ella?

-Llámame mañana, me gustaría saber los detalles de ese baile.

-Lo haré.

Apagué el móvil y volví a recostarme en la cama.

La hinchazón del tobillo había bajado y el hielo que había puesto sobre él comenzaba a derretirse… Me esperaba todo un día de reposo y me perdería uno de los acontecimientos más importantes del instituto. Pero lo prefería antes que tener que soportar otro día más de dolor por culpa de una mala caída…

En aquel momento no pude evitar pensar en Chloe.

Según lo que tenía entendido, yo era la única que no asistiría al baile. Lo que incluía a Chloe dentro de los que si disfrutarían de una noche especial.

Me alegré por ella. Era lo que necesitaba. Quizás aquella tal Ciara la acompañaría durante todo el baile.

Observé las ventanas abiertas de par en par que daban a una pequeña terraza. La mañana había llegado soleada y calurosa. Haciendo insoportable el hecho de permanecer tumbada en una cama durante horas.

Aparté la bolsa de hielo con cuidado y recuperé una muleta de una antigua lesión de debajo de mi cama. Un poco de aire me sentaría bien.

Dejé que las cortinas me acariciasen al pasar, siempre me había gustado aquella sensación. Era como si acabase de atravesar las puertas hacia otro mundo… un lugar sin problemas, donde poder pensar y respirar tranquila.

Me aferré a la barandilla y fijé la mirada a lo lejos.

Hacía tiempo que no salía, desde aquel lugar estaba a la vista de cualquier persona que pasase por la calle en aquellos momentos. Pero ya no me importaba.

-¡Daphne!

Bajé la mirada al escuchar el eco de mi nombre resonando en mi habitación.

-¿Yasher?

No podía ser posible.

Allí estaba él, y en sus manos se podía distinguir un traje negro cubierto por una bolsa de plástico transparente.

-¿También vas al baile?

-Si, solo para acompañar a alguien- murmuró encogiéndose de hombros- ya sabes, no es mi instituto.

-Vaya. Tienes suerte- susurré señalando mi muleta.

-No podrás ir. ¿Me equivoco?

-En absoluto.

-No te perderás nada interesante

-¿Quién sabe…?- balbuceé mientras daba media vuelta hacia el interior de la habitación.

domingo, 1 de mayo de 2011

Chloe

En cuanto salimos al recreo, al día siguiente, vimos un gran cartel:

“BAILE DE INICIACIÓN. MAÑANA A LAS 20:00"

- No voy a ir- sentencié.

- ¿Por qué?- se escandalizó- ¡Tienes que ir! Si no serás una marginada social.

Le dirigí una sonrisa amarga.

- Ciara, ya lo soy, ¿Qué más da si voy o no? Además, no tengo ningún vestido elegante.

- Si que importa si vas o no, porque si no vas, estarán ganando ellos- dijo ella de forma severa, poniéndome una mano en el hombro- Además, si no voy a ir yo sola, ¿no me irás a hacer eso?

- Pero…-protesté.

- No hay peros que valgan- cortó ella, de una manera tan decidida que no me pareció la Ciara que yo había conocido- Y lo del vestido, lo arreglamos fácilmente. Esta tarde no iremos al cine.

- ¿No?- me desilusioné yo.

Esta vez sí que me apetecía ir.

- No, iremos de compras. Encontraremos algo perfecto.

Fruncí los labios, dejando que ella zanjase el tema. Tenía la impresión de que aquello no iba a salir bien.

Primeramente, odiaba las compras con toda mi alma. No me gustaba eso de tener que buscar ropa y luego probártela, me parecía un poco una pérdida de tiempo.

Además, eso de ir con Ciara... tampoco me hacía mucha ilusión. Me parecía que no había suficiente confianza.

Aquella tarde, quedamos a la salida de mis clases de baile (Ciara no hacía nada fuera del instituto), en un centro comercial cercano.

Entramos en la primera tienda de ropa, y Ciara empezó a moverse a tal velocidad que la perdía a cada poco tiempo.

Yo me limité a quedarme inmóvil en el centro de la sala, dejando que ella me colgase en el brazo todos los vestidos que iba encontrando.

Después de revisar toda la tienda, por si se le escapaba alguno, me empujó hacia los probadores, y me hizo desfilar con cada vestido que me probé.

Y así con todas las tiendas. Ella encontró el suyo muy fácilmente, uno negro sencillo, con mucho vuelo, pero a mi me costó más.

Llevábamos ya casi cuatro horas mirando en tiendas, y yo ya no podía ni con mi alma, cuando encontramos lo que Ciara denominó “el vestido perfecto”.

Era azul celeste, palabra de honor. Se fruncía en la cintura, y la falda tenía mucho vuelo, y era también lisa.

No me acababa de convencer, pero de ninguna manera quería seguir mirando tiendas, así que me resigné, me tragué mis quejas, y compré aquel vestido.

Cuando volví a mi casa, me tiré en la cama, y me dormí pensando que aquello seguía sin darme buena espina.